Better call Saul: sucio, corrupto, encantador

por · Febrero de 2015

¿Cómo es que James McGill, un abogado de medio pelo con una oficina empotrada en un salón de manicura asiático, llega a convertirse en el brazo legal del narcotráfico en Nuevo México?

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Frente a los meaderos de un tribunal en Albuquerque, el defensor James McGill (Bob Odenkirk) repasa sus argumentos. Son los primeros minutos de Better call Saul y asistimos a un juicio en pausa, seis años antes de los hechos de Breaking bad. En otra sala, una competencia de muecas y otras formas del aburrimiento esperan por el abogado, que ensaya su monólogo para impactar al jurado. Aunque, en realidad, lo hace para convertirse en Saul Goodman. Esa escena del primer capítulo de Better call Saul es clave. Mientras en Breaking bad se narra la mudanza moral de un sumiso profesor de química que se cambia a sí mismo, consciente de su ubicación dentro de una gran farsa general, desde las ataduras de un empleo imbécil pero útil, James McGill busca convertirse en la persona que siempre quiso ser y hará lo necesario para acelerar esa búsqueda.

Antes de ser Saul Goodman, en los años en que aún no conoce a Walter White, James vive eclipsado por la figura de su hermano mayor, Chuck McGill (Michael McKean), un prestigioso abogado con problemas mentales. Como un guiño a lo que representa Better call Saul —el ambicioso spin-off de la premiada Breaking bad—, la búsqueda de James va por transformarse en su propio protagonista para no vivir a la sombra de su exitoso hermano. Ahora, ¿qué lleva a James McGill, un abogado con una oficina empotrada en un salón de manicura asiático, a ser Saul Goodman, el brazo legal del narcotráfico en Nuevo México? Allí está cifrado el argumento de la serie, entre la defensa de casos perdidos, un auto que se cae a pedazos y esa especie de antihéroe sucio y corrupto, aunque encantador, obligado a manejar su poder y aceptar su destino.

En el penúltimo capítulo de Breaking bad, titulado “Granite State” (S05E15), Saul Goodman hace una premonición. «Si tengo suerte, en un mes más, en el mejor de los casos seré gerente de un Cinnabon en Omaha», le dice a Walter White en el sótano de la tienda que utilizan como escondite. Con esa imagen del futuro y “Address unknown” de fondo arranca Better call Saul, que ya confirmó su segunda temporada y el sello del director Vince Gilligan y su guionista Peter Gould: silencios intimidantes, escenas largas y personajes bien descifrados en sus diálogos y conflictos; además de la cuota de humor negro, esos espacios abiertos de la desértica Albuquerque, los finales sorpresivos y, cómo no, su receta para hacer de lo habitual algo extraordinario.

Better Call Saul
Better call Saul: sucio, corrupto, encantador

Sobre el autor:

Baltasar Daza

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