Cuando me siento como hoy

por · Septiembre de 2013

Cuando me siento como hoy veo películas. Cuando menor prefería caminar por alguna calle de Santiago, que elegía de forma azarosa en el mapa, para fijarme en los detalles de las casas. En los detalles de las veredas y en los árboles. Eso me ayudaba a dejar de pensar en cómo me sentía. Cuando me […]

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Cuando me siento como hoy veo películas. Cuando menor prefería caminar por alguna calle de Santiago, que elegía de forma azarosa en el mapa, para fijarme en los detalles de las casas. En los detalles de las veredas y en los árboles. Eso me ayudaba a dejar de pensar en cómo me sentía. Cuando me sentía como hoy. Mirar jardines ajenos llenaba un poco el vacío que deja la gente cuando decide irse. Pero ya no. Ahora me siento cansada, así que mirar películas, a ratos, permite que deje de pensar en la gente que desea extirparse de mi vida de improviso.

Eso sí, es un arma de doble filo, porque siempre termino encontrándote en diálogos, en personajes de ojos rasgados y de voz amable. Siempre te apareces en los actores de manos grandes y piel suave. En los silenciosos y también en esos que, a pesar de una fisonomía corriente, resultan ser hipnóticos. Es que para mí nunca fuiste común.

Pero igual veo películas para olvidarme un rato que decidiste transplantarte de mi vida. Quizás debiera salir a caminar y descubrir esas calles que aún no conozco cerca de mi casa. Pasear y ver mascotas ajenas. Aún así, te aparecerías en los jardines que alguna vez soñé con cuidar mientras tú leías el diario, silencioso. O te descubriría en las terrazas en las que me hubiese gustado prepararte un almuerzo, con todos tus amigos, con todos los que te queríamos.

Es atemorizante pensar que este es solo un día de muchos que faltan para lograr aceptar que los deseos se derrumban como una carta de naipes. Una carta de naipes que nunca te pedí que me enseñaras a usar. Es terrorífico pensar que es inútil centrarme en imaginar vidas ajenas o incluso vidas ficticias. Porque te apareces en las películas, en los jardines, en las calles sin nombre, en mi habitación y en todos mis discos.

En los días como hoy desearía poder aparecer en un lugar nuevo. Algo tan desconocido que fuera imposible que aparecieras. Algo tan ajeno que me permitiera abrir realmente los ojos y caminar sin la amargura que siento en el pecho. En la espalda. La espalda que te gustaba abrazar.

Cuando me siento como hoy

Sobre el autor:

Javiera Tapia (@jajonter) es periodista y dirige el sitio Esmifiesta.

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