Déjame llevarte hacia donde voy

por · Diciembre de 2015

All you need is love, del director Tony Palmer intenta profundizar en la importancia de The Beatles para la música popular desde sus presentaciones de siete horas, la fenmetrazina y los peinados teddy boy.

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La canción comienza con unas trompetas que tocan “La Marsellesa”, el himno de la Revolución Francesa, un momento histórico que no es el mejor para promover el amor. La canción es “All you need is love” y en cámara vemos a John Lennon serio, sentado en un taburete, cantando inexpresivo mientras mastica un chicle. La noche del domingo 25 de junio de 1967, The Beatles fueron vistos tocar por más de 400 millones de personas en lo que sería la primera transmisión televisiva mundial de la historia —Our World—. En el público que colmaba el Estudio Uno de Abbey Road estaban Mick Jagger, Keith Richards, Graham Nash, Eric Clapton y Keith Moon.

“All you need is love” tenía una forma rítmica tan simple como una canción infantil y una letra que eran más eslóganes que frases: «There’s nothing you can do that can’t be done / Nothing you can sing thah can’t be sung». Quizás eso mismo hizo que se convirtiera en el primer himno escrito por Lennon que trascendió el lenguaje, la cultura o la religión.

Siete años antes de la transmisión mundial de Our World, y con Paul McCartney comentando las influencias musicales de Liverpool, arranca All You Need Is Love (Mighty Good: The Beatles) (1977) del director británico Tony Palmer, el capítulo trece de la enorme serie de televisión documental All You Need Is Love. The Story Of Popular Music.

La cinta de Palmer intenta profundizar en la importancia de The Beatles para la música popular y parte desde el germen: el skiffle, los peinados de teddy boy, las presentaciones de siete horas en el Kaiserkeller de Hamburgo, la fenmetrazina, la revista Mersey Beat y el Club Cavern. Lo anterior, provoca que los primeros veinte minutos de documental parezcan un mal reportaje conmemorativo de noticiero: información vieja, imágenes conocidas. Si en 1977 All You Need Is Love (Mighty Good: The Beatles) fue recibido como una pieza reveladora y colosal, hoy palidece ante el paso del tiempo.

La narración no lineal y la duración tampoco ayudan. En 51 minutos de película es imposible profundizar en alguno de los temas que se insinúan y van pasando en medio de un sonido algo mediocre y un montaje descuidado. Por lo mismo, es absurdo no pensar en que no se entiende bien —o al menos se ve muy perjudicado— sin el contexto de toda la saga televisiva de All You Need Is Love.

Quizás los mejores momentos de la cinta del director británico están en las largas escenas de The Byrds cantando “All I Really Want to Do” o “Eight Miles High”, Donovan con “Jennifer Juniper” o The Beach Boys con “Do You Wanna Dance?”. También en el líder de The Byrds, Roger McGuinn, contando que supo que algo había cambiado cuando lo dejaban entrar a los conciertos por su pelo largo mientras los organizadores comentaban «debe ser uno de ellos, uno de los chicos de la banda». Esas imágenes, donde The Beatles pasan a un segundo plano y se bosqueja a sus contemporáneos, son quizás el único momento de la cinta en que se puede perfilar realmente la importancia de los de Liverpool para el Verano del Amor y la música popular.

Ante todo, All You Need Is Love (Mighty Good: The Beatles) funciona como un testimonio del momento cúlmine de una generación entera que, hasta el momento, estaba acostumbrada solo a ver hitos felices en su vida. The Beatles era uno de ellos.

Déjame llevarte hacia donde voy

Sobre el autor:

Javier Correa (@__javiercorrea) es periodista y coescribió «Nunca cumplimos 30. Una historia oral del Canal 2 Rock & Pop» (2018, @librosdementira).

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