Gabriel Boric seguirá marchando

por · Junio de 2014

Nada parece satisfacer al diputado de la “bancada estudiantil”. Cada vez que la CONFECH llama a marcha, no duda en dejar su escaño y salir a gritar contra el sistema político instalado por Pinochet.

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Gabriel Boric, de 28 años, es una suerte de zona cero. El camino al fin del statu quo. El 2004 dejó Punta Arenas para estudiar Derecho en la Universidad de Chile y siete años después fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes (FECH). Superó a Camila Vallejo —que buscaba la reelección— y se transformó en uno de los protagonistas del movimiento estudiantil que busca romper el sistema político instalado por Pinochet.

Con una idea fija en mente, el 2011 regresó a Magallanes para realizar su práctica profesional. Allá se presentó en las elecciones parlamentarias por su distrito. Ganó y fue primera mayoría de la zona. Hoy, junto a Karol Cariola, Giorgio Jackson y Camila Vallejo, integra la “bancada estudiantil”: el grupo de cuatro diputados, todos menores de 30 años, que desde las marchas por una educación gratuita y de calidad saltaron al Congreso.

bancada estudiantil

Para Boric no basta. Necesita más. Nada parece satisfacerlo. Cada vez que la CONFECH llama a marcha, no duda en dejar su escaño para salir a las calles a movilizar a los estudiantes —algunos de sus colegas viajan a ver fútbol—. Antes, eso sí, exige que se la descuente de la dieta parlamentaria el día de ausencia.

En una entrevista en La Red dijo: «Sigo manteniendo las mismas convicciones y principios de cuando era dirigente estudiantil y cuando era estudiante de base. Me siento parte y convocado por el movimiento estudiantil, entonces lo que corresponde es marchar».

Esta semana, Boric nuevamente marchó para demostrar su rechazo al proyecto de Reforma Educacional del gobierno de Michelle Bachelet.

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Para Boric, fanático de Tool y The Clash, la política no pasa por el parlamento. Para Boric, seguidor del político y teórico marxista italiano Antonio Gramsci y también del político y escritor cubano José Marti, la política se vive día a día en terreno, en las federaciones estudiantiles, en los sindicatos y en las poblaciones.

Independiente, afiliado al movimiento universitario Izquierda Autónoma, menciona que la reforma de Bachelet «ya no resiste más parches» y por tanto él, siendo diputado, seguirá participando de las marchas estudiantiles. Lo manifiesta así: «Yo no cifro mis expectativas de un cambio radical en el actual parlamento sino desde las luchas sociales. En ese sentido, mi objetivo es que utilicemos la plataforma que me entrega ser parlamentario para amplificar estas luchas y desafiar nuestra institucionalidad».

—Hay estudiantes que están esperando cambios en el Congreso en cuanto a la educación y que confían y creen en ti. ¿Cómo manejas esta presión?

—La gente en la calle me saluda y me dice que confía en nosotros y que nos apoya. Eso, además de ser súper gratificante, te hace muy presente la enorme responsabilidad que viene con este tipo de cargos. Las personas se están dando cuenta —y se les había olvidado— que son capaces de cambiar el estado actual de las cosas, que no hay por qué conformarse con las condiciones inhumanas que hoy determinan la estructura social. En la medida en que esa convicción se transforme en acción y organización social —y no que dependa de la buena voluntad de un diputado— los cambios van a venir sí o sí.

Veo muy poca disposición al diálogo en las sesiones de sala. Los acuerdos y las conversaciones suceden en otro lado.

—¿Cuáles son las primeras lecturas del Congreso al que llegaste? ¿Qué destacas y qué criticas?

—Destaco la buena disposición de los funcionarios para ayudar y encontrar soluciones a los problemas con los que llegamos. Nosotros somos nuevos acá, y nos toca mucho estar preguntando una y otra vez por procedimientos o trámites. En ese sentido, la gente nos ha tenido paciencia y buena onda. Eso se agradece. Mi principal crítica tiene que ver con que veo muy poca disposición al diálogo en las sesiones de sala. Los acuerdos y las conversaciones, finalmente, suceden en otro lado: en las bancadas, en los partidos, en los ministerios, en las oficinas de los lobbystas. Para un diputado independiente es impresentable que así sea y daña profundamente nuestra democracia.

—Planteaste que tu primer proyecto sería la rebaja de sueldo de los diputados. ¿En qué consiste este proyecto? Es medio Zack de la Rocha, estás venciendo al sistema desde adentro.

—Hoy en día el sueldo de un parlamentario en Chile equivale a 40,5 veces el sueldo mínimo. Eso nos pone como el sueldo más alto de Latinoamérica y el segundo más alto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El proyecto propone poner un techo máximo de 20 sueldos mínimos… lo que sigue siendo alto, pero es una avance. Hay una desconexión brutal entre la realidad de los representantes —los diputados— y los representados —la ciudadanía—. Ese fue uno de los temas que queríamos plantear con el proyecto para rebajar la dieta parlamentaria. Ese es uno de los motivos por los que la gente se siente ajena a la política. Creemos que los parlamentarios tenemos que hacer un esfuerzo por acercarnos a la gente, en todo sentido. No puede ser que convertirse en parlamentario sea un pasaje a pertenecer al 1% más rico de Chile.

—¿Cómo fue la aceptación, por parte de tus compañeros de cámara, para esta iniciativa?

—Con Giorgio [Jackson] nos sorprendió la buena acogida que tuvo entre varios parlamentarios de gobierno. Hay, por supuesto, también un grupo de parlamentarios que adoptó una actitud de defensa corporativa, incluso se nos acusó que “desleales”. Felizmente, mi lealtad no está con los demás parlamentarios, sino con los magallánicos y magallánicas que están dispuestos a dar la pelea por un país más justo. Nuestra meta ahora es que el proyecto se vea en sala, para que los chilenos sepan cómo votó su representante.

Estamos frente a un sistema que fue concebido durante la dictadura para promover la desigualdad y garantizar posiciones privilegiadas a una minoría.

—Has planteado que la Reforma Educacional de Bachelet «ya no resiste más parches» ¿Por qué?

—Desde que terminó la dictadura, Chile es un país en que la democracia se ha usado como una herramienta para anestesiar a la ciudadanía, para obstaculizar su organización y para fortalecer la imagen internacional de mercado estable. En mi opinión, las movilizaciones que han sucedido desde 2011 hablan de una ciudadanía que se ha dado cuenta del poder que tiene, que entendió que la democracia no se trata de poner un voto en una urna cada 2 años. Hay un grupo en el gobierno que cree que haciendo ciertos ajustes al mercado de la educación, el problema se soluciona. Nosotros creemos que hay que reestructurar el sistema desde sus bases, erradicar al mercado del sistema educacional. Hay que entender que acá no estamos frente a un sistema al que hay que apretarle unas tuerquitas para que empiece a funcionar bien. Estamos frente a un sistema que fue concebido durante la dictadura para hacer lo que está haciendo: promover la desigualdad y garantizar posiciones privilegiadas a una pequeña minoría. La movilización social debe entender estos problemas como parte de un sistema y tener la claridad para descubrir las grietas más evidentes. La educación fue solo la primera, este sistema hace agua por varios lados más.

—¿Qué esperas de su plan de gobierno sobre las peticiones que te hicieron marchar?

—El gobierno se ha movido con mucha habilidad y ha logrado manejar la agenda y congelar los ánimos. Ese período ya no da para mucho más y habrá que ver cómo evoluciona. Yo, desde el Congreso, pretendo apoyar el fortalecimiento de los movimientos. El mayor desafío es mantener la masividad del movimiento y ser capaces de ampliar las demandas a otras áreas de la sociedad. El problema en la educación no es un accidente en el marco de un sistema que funciona bien. El problema educacional es un síntoma de un sistema que trata a los ciudadanos como clientes y a los derechos sociales como mercancías. Por eso, el desafío ahora es ayudar a que se organicen más sectores que sufren las injusticias de este sistema: salud y vivienda deberían ser los primeros.

—¿En qué consistió la reunión de la “bancada estudiantil” con la CONFECH realizada durante la semana pasada?

—El lunes pasado los cuatro diputados que venimos de las luchas estudiantiles —Jackson, Vallejo, Cariola y yo— nos reunimos con la CONFECH a analizar la Reforma Educacional presentada por la presidenta Bachelet. Nuestra conclusión fue que el proyecto es un avance, pero que hay una ausencia preocupante de visión y mecanismos concretos para fortalecer la educación pública. Además, exigimos que existieran instancias de participación deliberativas del mundo estudiantil y no meras instancias de “diálogo” en que el ministro escucha a las organizaciones, pero después presenta el mismo proyecto que tenía preparado. Fue una demostración de nuestro compromiso con los movimientos sociales y de la robustez actual del sector estudiantil.

elmercurio

A Gabriel Boric lo han llamado “el outsider del Parlamento”. Parlamentarios chilenos han criticado su estilo de vestir de “domingo por la mañana” y sus (in)formalidades dentro de la Cámara.

El 21 de marzo pasado, El Mercurio publicó una curiosa foto informativa donde figuraba estirándose en medio de una sesión. Se tituló «El relajo de Gabriel Boric en el hemiciclo de la Cámara».

El texto metió ruido en las redes sociales y Boric, ante el efecto buzz, tuiteó: «En verdad no me estaba estirando… estaba preparando un genkidama».

El Mercurio: 0 — Boric/Gokú: 999.

—Parlamentarios chilenos han cuestionado tu forma de vestir. ¿Crees que es una forma simple de desacreditarte?

—Me decepcionó mucho lo irrelevante del debate y me parece que no hay que darle más cuerda al tema. A mí me eligieron por mis ideas y por mis convicciones, no por la manera en que me visto.

—Una vez fuiste trending topic por aparecer en una entrevista con una gorra de Tool. ¿Existe en esa banda de Maynard James Keenan algo que te represente?

—Más que me represente, me gustaría tener su visión holística del mundo. Siento que ellos logran una síntesis muy lúcida entre lo espiritual y lo material, vestido de rock.

tool

—OK. ¿Cuál es tu disco favorito de Tool?

Ænima (1996). Creo que es el que condensa de mejor forma la esencia de Tool entre discurso, potencia musical y armonía

—A propósito. Si no fueses político y fueras parte de una banda de rock. ¿A cuál te gustaría pertenecer?

—Me hubiera gustado pertenecer a The Clash, por su capacidad de anticiparse a la historia y por las melodías inmortales que compusieron.

Gabriel Boric seguirá marchando

Sobre el autor:

Ignacio Molina (@Molinaski)

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