Peter Murphy: genealogías

por · Julio de 2012

Peter Murphy: genealogías

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// Reseña: Álvaro Bisama • Fotos: Carla Mc-Kay.

Peter Murphy es un vampiro.

Peter Murphy vive entre varios momentos, su arte es ése: estar atrapado en lo que fue, en el monstruo que aprendió a habitar. Peter Murphy toca en el invierno de Santiago. Peter Murphy canta al comienzo de una película de la década de los ochenta, en un calabozo enrejado y canta “Bela Lugosi is dead”. Peter Murphy es el ex líder de Bauhaus. Peter Murphy tuvo un éxito rarísimo y quizás escaso a principios de los noventa. Peter Murphy es Ziggy o quiere ser Ziggy. Peter Murphy fue Ziggu. Peter Murphy es un vampiro. Peter Murphy toca ahora mismo en Santiago. Peter Murphy tiene unos músicos muy extraños. Peter Murphy parece un dandy antiguo, un caballero victoriano salido del infierno. Peter Murphy baila en el Caupolicán y se toca la cadera, como si le doliera. Peter Murphy abre con “Hurt” de Nine Inch Nails. Peter Murphy canta esa canción como si fuera suya. Peter Murphy sale en alguna secuela de esa mierda de película llamada “Crepúsculo”. Peter Murphy está medio pelado. Peter Murphy no refleja en las fotos. Peter Murphy parece tener una piel de plástico. Peter Murphy tiene, en el Caupolicán, un público hecho de gente de mediana edad, de góticos que no han colgado las capas, de gente que parece relajada pero que por dentro quieren ser asesinos o descuartizadores, cortarse la piel en pedazos, vivir para siempre en la noche. Peter Murphy es un romántico. Peter Murphy toma las flores que alguien del público le entrega y las destroza con la batería. Peter Murphy es carismático: se mueve de un lado al otro de escenario y mira directo a los ojos de sus fans. Peter Murphy es un artista de otra época. Peter Murphy canta sus canciones nuevas quemándose. Peter Murphy canta “Strange kind of love” y un hombre en el público cierra los ojos y levanta los brazos y gira como si invocara a una divinidad anciana. Peter Murphy toma los pétalos de las flores que le dieron y los rompe y los lanza sobre el público como confeti. Peter Murphy toca una canción llamada “Subway”, que habla de gente que busca un lugar para encontrarse. Peter Murphy canta del amor como si tratase de una asesinato y del asesinato como si fuese una forma de amor. Peter Murphy es el único gran sobreviviente de Bauhaus; nadie acá tiene puta idea de dónde está Daniel Ash. Peter Murphy parece cansado pero no está cansado. Peter Murphy tiene una voz extraña: es idéntica a la de los discos, parece destrozada por el tiempo pero en realidad sigue idéntica. Peter Murphy apenas habla español. Peter Murphy no da la lata presentando ningún temas. Peter Murphy ha envejecido bien. Peter Murphy no es un vampiro. Peter Murphy toca en Santiago en el mismo momento en que una banda hispter la rompe en otra parte, en otra fiesta. Nadie se acuerda de Peter Murphy ahí: es un artefacto sobreviviente de una época extraña. Peter Murphy es un fetiche. Peter Murphy no se agota, no luce cansado. Peter Murphy toca “Cuts you up” y un puñado de canciones de Bauhaus. Peter Murphy termina el show y vuelve dos veces como bis; esa es su revancha contra todos los que lo olvidaron. La última canción que canta antes de irse por segunda vez “Ziggy Stardust”, de Bowie. Peter Murphy está vivo mientras David Bowie se muere; todo eso sucede en “The Hunger”, esa película de Tony Scott sobre Catherine Deneuve y Bowie como vampiros que van y vienen de fiestas swingers y que predicen, sin quererlo, todas las novelas de Poppy Z. Brite escribirá en el futuro. (Y yo no me acuerdo si en las novelas de Poppy Z. Brite escuchan a Murphy. Lo más posible que sí). Peter Murphy vive y David Bowie muere; los padres mueren para que los hijos vivan. Peter Murphy hace de Ziggy en Chile y David Bowie, en su jet privado, hace un sacrificio humano. Peter Murphy sale con una gorra papal-infernal. Peter Murphy se saca la gorra negra como si fuese un sacerdote de un culto solo habitado por él mismo. Peter Murphy se abre el cierre de la polera y se toca las tetillas. Peter Murphy da un show de casi dos horas. Peter Murphy se acerca al público y le da la mano a cada uno y cada una de los asistentes. Peter Murphy es un caballero inglés. Peter Murphy no es un artista lejano. Peter Murphy está acá, vivo como nadie, su decadencia era solo un mito. Peter Murphy actúa sin brumas ni efectos especiales. Peter Murphy vive en una genealogía y esa genealogía es su castillo: los dandys ingleses, el extraterrestre Ziggy, el melancólico Trent Reznor. Peter Murphy es un pedazo olvidado de esa genealogía, su misión en la vida es que la recordemos, que nos demos cuenta de que él ahora mismo, es una criatura atrapada entre el pasado y el futuro. Peter Murphy es quien la sostiene, es el puente entre los setenta y los noventa, entre el delirio glam y el sadismo industrial. Peter Murphy escribe canciones que solo él puede cantar. Peter Murphy termina de cantar y desaparece y luego vuelve. Peter Murphy vive en una oscuridad fingida que nos recuerda nuestra adolescencia. Peter Murphy vuelve y remata y se despide todo el mundo. Peter Murphy abraza a sus músicos. Peter Murphy se despide delicadamente del público. Peter Murphy se va, vuelve a su castillo, a esa tierra negra llena monstruos negros que quizás está feliz de habitar.

La hora del vampiro ha terminado.

Peter Murphy: genealogías

Sobre el autor:

Álvaro Bisama (@alvarobisama) es autor, entre otros libros, de las novelas Caja negra (2006), Música marciana (2008), Estrellas muertas (2010), Ruido (2012), El brujo (2016) y el volumen de cuentos Los muertos (2014).

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