Javiera Mena: en el centro del vacío hay otra fiesta

por · Diciembre de 2017

Este martes se lanzó en todo el mundo su nuevo video, “Dentro de ti”.

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Este martes se lanzó en todo el mundo su nuevo video, “Dentro de ti”. El lunes, sin embargo, se avisó que ya estaba disponible sólo para España. Y yo no pude aguantarme. Recurrí a toda mi experiencia computacional, forjada tempranamente con el potente Sinclair ZX Spectrum, y mediante complejísimos e inéditos procedimientos informáticos conseguí lo que parecía imposible: modifiqué mi geolocalización y viajé virtualmente a las Islas Baleares. Casi sentía el viento del Mediterráneo en mi cara cuando conseguí conectarme y comprobé que podría acceder a esta primicia audiovisual. Llamé de urgencia a mi adorada Marcela, para que se sumara a esta sesión, y nos dispusimos a verlo con la seriedad que requiere un evento de esta magnitud.

Desde el inicio Javiera se sitúa en el eje de un círculo que gira continuamente, en torno al cual orbitan distintas historias, objetos y escenografías. La artista intercambia varios roles (como también lo hacía en “La joya”, por ejemplo), pero lo más interesante es cómo su imagen se multiplica progresivamente en sincronizadas coreografías. El clímax llega en un momento clave: “el universo en tu interior”. Entonces explota una flor y se sucede un big bang de Javieras que ocupan toda la pantalla. Marcela y yo exclamamos al unísono: “¡Magritte!”. Conocemos su obra desde cuando hicimos un trabajo sobre él para la universidad, y nos viene a la mente uno de sus cuadros más famosos, “Golconde”, en el que las reproducciones de un impávido señor con sombrero de copa flotan por el espacio. Cuando reviso la nota en Jenesaispop, leo que los productores del clip ya han explicitado esta influencia de Magritte, pues “juega constantemente con ese concepto de dimensiones imposibles, la dualidad dentro-fuera, la colisión de mundos contrarios (el desierto y el bosque, que simbolizan ese extenso mundo interior de cada persona) y la idea de la repetición”. Reconocemos otras de esas reminiscencias, ya sea en la artificialidad de los decorados como en ese bosque contenido en un espejo que hace eco de otro cuadro, “La cascade”. Hay, sin embargo, una gran diferencia con el pintor belga: sus figuras son siempre inmóviles, frías, mientras que aquí Javiera sonríe, abre los ojos y nunca deja de bailar. Por eso la última escena resulta tan potente: vestida de dorado impulsa sus brazos como si fuera el núcleo de un átomo del que brota toda esta energía.



El 3 de noviembre se pudo escuchar por primera vez este single. Me llamó la atención su carácter apelativo, que es distinto al de “Ahondar en ti”, donde se contaba la imposibilidad de conocer a otra persona. Aquí se nos invita a un viaje, pero no hacia lugares exóticos, sino a nuestro propio interior, de un modo muy parecido a como lo describe Juan Eduardo Cirlot: “Desde el punto de vista espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo. En consecuencia, estudiar, investigar, buscar, vivir intensamente lo nuevo y profundo son modalidades de viajar o, si se quiere, equivalentes espirituales del viaje. Los héroes son siempre viajeros, es decir, inquietos”. Junto con la canción apareció además un lyric video en el que un cuerpo se entremezcla en una danza concéntrica con los astros. Se ilustran perfectamente los preceptos pitagóricos: el ser humano es un microcosmos que refleja la estructura del macrocosmos. Como también explica Raimon Arola en su libro Alquimia y religión, ambas dimensiones no deben ser consideradas como dos realidades distintas, sino como dos estados de la misma realidad simbólica.

Todo esto apareció el día antes de mi cumpleaños, y lo consideré como mi primer regalo. Lentamente la canción me fue conquistando con su estructura circular y su sonido envolvente, cada vez más pegajoso. En una reveladora entrevista con Javiera Tapia en La Clave, ella se refirió en detalle a la estética minimalista que estaba buscando, al escoger pocos elementos, pero que relucieran bien. Fue fundamental, dice, el aporte del ingeniero Michael Brauer. Me pongo a revisar su impresionante lista de trabajos [https://www.mbrauer.com/full-discography] y descubro que mezcló varios discos producidos por la fantástica dupla de Jacques Fred Petrus & Mauro Malavasi (como Change, Peter Jacques Band, Zinc), pero también de Cheryl Linn, Grace Jones, The Isley Brothers, Hall & Oates, Pet Shop Boys, hasta llegar a Amaral, Calle 13 y Phoenix. Javiera cuenta después que prefirió no acumular tantos sonidos, sino crear más espacio en torno a los que ya había escogido: “creo que puede ser bueno un camino más vacío”.

Sólo cuando escuché esa frase entendí que ésta canción no sólo era un regalo de cumpleaños, sino también un desafío, incluso una provocación. No me había atrevido a aceptarlo, porque no quería descender a bucear en mi interior, donde sólo encontraría agitación y desasosiego. Pero me di cuenta de que aunque me jactaba de ser un fan muy militante, en realidad estaba siendo un pésimo discípulo de Javiera Mena. Marcela había advertido más de una vez esta inconsistencia: “¡¿Acaso crees que Javiera Mena pasa todo el día pegada al celular como tú?!”. Es cierto. En vez de seguir su ejemplo de calma y seguridad, no consigo frenar mis apuros y preocupaciones. En vez de concentrarme en las enseñanzas que nos quiere transmitir en sus discos, respondo con comentarios supuestamente ingeniosos y eruditos. Y lo peor: el bullicio interno de mis pensamientos me impide saborear lentamente, en toda su belleza, una canción como “Dentro de ti”. Me di cuenta, entonces, de que necesitaba crear también un vacío interior en el que sus melodías y versos pudieran flotar con mayor libertad. Suena bonito, pero me lo imaginaba imposible. Sólo se me ocurría preguntarle directamente a Javiera: ¿cómo se hace un vacío?

La respuesta sólo podía llegar de manera gradual y misteriosa. Ocurrió en el concierto en el que presentaría este single. Yo venía de dictar una clase sobre poesía sonora y tecnologías digitales, con particular énfasis en sus expresiones más caóticas, y llegué muy sobre la hora. Pero cuando entramos con Marcela sentimos rápidamente el efecto acogedor del Teatro La Cúpula. Javiera apareció vestida como una diva de los ‘70, con unos pantalones pata de elefante de plush rojo (según consulté al panel de expertas conformado por Marcela y Megumi). Las primeras canciones sonaban un poquito más lentas que antes, pero con más groove y texturas muy cálidas. Este ambiente permitía que su voz se escuchara con mayor presencia pero también con más frescura. Como diría después, está volviendo a una de sus principales fuentes, la música disco: “Me quedé ahí, en un loop. La música disco es la base de todo: ahí se empezó a experimentar con los sintes, con las cajas de ritmos”. Pero no recoge tanto su vertiente desenfrenada (tipo Village People o Boney M), sino su lado más sofisticado, especialmente aquellas canciones midtempo que surgieron a mediados de esa década prodigiosa, como “Love to love you baby”, de Donna Summer y Giorgio Moroder o “I love to love” de Tina Charles. Incluso, al bailar de manera tan delicada, casi sin mover los pies, me recuerda a Andrea True Connection en “More, more, more”. Luego toca algunas canciones al piano, en un momento más íntimo, y descubro que, sin que nos demos cuenta, ha ido construyendo lentamente el vacío. Llega el instante en que cantará por primera vez en público “Dentro de ti”. Javiera se nota tan alegre y tranquila como la veremos luego en el video. Creo que por fin podré escuchar su respuesta, dentro de mí. Pero no la puedo traducir en palabras. Sólo puedo decir que recién ahora comprendo el verdadero sentido de estos versos de Roberto Juarroz que Marcela y yo siempre citamos: “En el centro de la fiesta/ está el vacío./ Pero en el centro del vacío/ hay otra fiesta”.


Javiera Mena: en el centro del vacío hay otra fiesta

Sobre el autor:

Felipe Cussen (@felipecussen) es investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la USACH y co-autor de Mil versos chilenos y Opinología, entre otras publicaciones.

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