Pulp no es la ley

por · Diciembre de 2012

Pulp no es la ley

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In-Edit Nescafé generalmente acierta con piezas documentales más que interesantes del mundo de la música. Hay que reconocer que es una excelente iniciativa y que cada año parecen mejorar. Pero hubo un punto en la edición de este año en la que se equivocaron medio a medio.

El documental en cuestión: The beat is the law: fanfare for the common people, que retrata la escena musical de la pequeña ciudad de Sheffield, en Inglaterra, supuestamente enfocándose en Pulp.

Primero, está la jugada de cambiar su nombre original por Pulp: the beat is the law, en una movida comercial para que la gente piense «¡Oh, un documental de Pulp, tengo que ir a verlo!» cuando en realidad la banda de Jarvis Cocker finalmente no aparece tanto como podría esperarse.

Claramente les funcionó: la función se repletó de hipsters y los siempre infaltables poseros. En medio de la función, algunas personas hablaban a toda voz, como si estuvieran en un bar o en un concierto. Una mina empezó a gritar cuando introdujeron la película y mencionaron la palabra Pulp, seguramente para llamar la atención, ya que su mamá probablemente nunca la abrazó cuando chica.

El segundo punto donde se equivocaron es que The beat is… destiñe toda la maldita competencia. Dentro de un grupo de excelentes piezas audiovisuales, este resulta un perfecto ejemplo de CÓMO NO HACER UN DOCUMENTAL. Algo así como lo que es Ghostrider al cine de mall. Sin pies ni cabeza, entrevistas fomes, leeento como un bolero, extremadamente confuso y sin ninguna trascendencia, sumado a errores garrafales como imágenes sin emoción, un final anti climático y un sonido para el olvido.

En su intento por narrar la escena musical de Sheffield, la directora Eve Wood intenta tomar una serie de hechos inconexos que, de ninguna manera, constituyen un relato o una historia y los lanza todos a la parrilla en un desorden monumental. Primero, parte hablando de la relación con la música y el contexto social (obvio), luego, nos saltamos a los grupos que triunfaron en Sheffield, como Chakk; luego al lanzamiento del sello FON, luego a Rob Gordon y los álbumes que produjo (tal vez el paréntesis más inexplicable de la película), después al nacimiento del House y luego al triunfo de la escena de Sheffield, justo donde termina. Exacto, termina, sin explicaciones ni nada, termina.

Entre medio, se intenta contar vagamente la historia de Pulp, reiterando hasta el cansancio que no triunfaron durante los 80’ (que consiste en el 90% de la película) y luego simplificando de una manera ridícula el éxito de la banda en los 90’ (que constituye solamente 10 minutos hacia el final del documental). Al parecer, para la directora, el triunfo de Pulp solo se basa en que compusieron “Babies” y “Common people” y ahí está la razón por la que se hicieron famosos.

En ningún minuto se menciona a His ‘n’ hers (1994) como álbum, ni tampoco a Different class (1995).

En algún momento se intenta mostrar al festival de Glastonbury de 1995 como el máximo triunfo de la música de Sheffield, con Pulp como headliners, pero nuevamente la escena dura segundos, no le mueve un pelo a nadie y sale de la nada. Es como que por arte de magia Pulp está en Glastonbury. Para qué mencionar un pequeño detallito de los 90’ —que le devolvió la vida a las disqueras británicas— llamado “Britpop”, ¿cierto?

Y de ahí se acaba. Literalmente termina. Jarvis Cocker y compañía dicen que “se aburrieron de ser famosos» y se acaba la historia. Claramente, nuevamente la directora no consideró necesario hablar que el relato siguió seis años más. Pero para qué mencionar This is hardcore (1998) y We love life (2001), ¿cierto?

Simplemente un desastre de documental. Obviamente, todo el mundo aplaudió a rabiar, porque aparecía Pulp y repito que estaba lleno de personas que iban por pose, entonces cómo no iban a aplaudir. Pero realmente es un producto deficiente. Lo peor es que por estos mismos fanboys no me sorprendería que la película ganara el premio del público. Señor…

Pulp no es la ley

Sobre el autor:

Matías de la Maza (@matias_delamaza)

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